«Sea Lion: el saqueo británico que desafía la soberanía argentina»
La decisión unilateral del Reino Unido de avanzar en la explotación hidrocarburífera en la cuenca Malvinas Norte no es un hecho aislado: es un nuevo capítulo de colonialismo económico que vulnera la soberanía argentina y pone en riesgo recursos estratégicos que pertenecen al pueblo. La respuesta nacional será clave para frenar un atropello que recuerda las maniobras más oscuras de la historia reciente.
La noticia del avance británico en el yacimiento «Sea Lion», con la participación de la empresa israelí Navitas, sacudió la agenda política y territorial argentina. No se trata de un mero proyecto energético: es una decisión unilateral que reedita el viejo patrón colonial de apropiación de recursos en territorios ocupados. El Reino Unido, al anunciar la inversión en la cuenca Malvinas Norte, vulnera de manera directa la soberanía de 45 millones de argentinas y argentinos , desconociendo resoluciones internacionales y la voluntad histórica de nuestro país.
La gravedad del hecho se mide en dos planos:
- Económico: La explotación hidrocarburífera en un área estratégica de la plataforma continental implica un saqueo de recursos que deben fortalecer el desarrollo nacional y provincial.
- Político: La decisión británica constituye un acto de provocación que busca consolidar su ocupación ilegítima , desafiando el derecho internacional y la Resolución 31/49 de la ONU, que prohíbe expresamente medidas unilaterales mientras la disputa por las Islas Malvinas no esté resuelta.
El antecedente inmediato que resuena es la Misión Shackleton de 1976 , cuando el Reino Unido intentó avanzar en estudios de explotación en el Atlántico Sur. Aquella maniobra motivó la reacción argentina en los foros internacionales y dejó en claro que la defensa de la soberanía no admite concesiones. Hoy, casi medio siglo después, el escenario se repite con un agravante: la presión global por recursos energéticos convierte a las Malvinas en un botín codiciado .
La respuesta argentina no puede limitarse a declaraciones. Como señaló el secretario de Malvinas, Andrés Dachary, es imprescindible que la Cancillería implemente todas las herramientas diplomáticas y jurídicas en los organismos internacionales. Pero también se requiere un consenso político interno que trascienda diferencias partidarias . La defensa de la soberanía es una causa nacional , y cualquier fisura en ese frente común sería aprovechada por quienes buscan legitimar la ocupación.
El impacto de esta decisión unilateral del Reino Unido excede la coyuntura. Es un recordatorio brutal de que la disputa por las Malvinas sigue viva y que la batalla por los recursos naturales será uno de los campos de conflicto más duros en el siglo XXI. La explotación del “Sea Lion” no es solo un negocio petrolero: es un intento de consolidar un enclave colonial en pleno Atlántico Sur .
La Argentina debe responder con firmeza , articulando la defensa territorial con una estrategia regional. América Latina conoce de sobra las consecuencias del extractivismo impuesto desde afuera , y la causa Malvinas puede convertirse en un eje de unidad continental frente a las nuevas formas de colonialismo.
En definitiva, lo que está en juego no es únicamente un yacimiento. Hidrocarburífero. Lo que se disputa es el derecho de un pueblo a decidir sobre sus recursos, su territorio y su futuro . El Reino Unido avanza con la lógica del saqueo ; la Argentina tiene la obligación histórica de frenar ese atropello y reafirmar que las Malvinas son, fueron y serán argentinas .
Fuente: CONSENSO PATAGONICO